jueves, 3 de octubre de 2013

El miedo





Los perros ladraban.  Parecía que se iban a comer a alguien mientras corrían por los corredores de aquella horrible casa.  Él estaba lleno de miedo, el terror lo desbordaba haciéndolo sudar y morderse las uñas hasta hacerse daño.
Envuelto en las sábanas de su cama, cerraba los ojos fuertemente y oraba.  Si es que se podía llamar orar a eso que hacía de nombrar a todos los santos, a la virgen, a Dios y hasta al niño.
Ahí recordó el niño que dormía en el cuarto de al lado.  Abrió los ojos con más terror aun y fue cuando escucho los rasguños en su puerta.  Pensó en los perros enfurecidos, en el niño de nuevo y saltó de la cama pensando y esperando lo peor.
Al abrir la puerta, el cuerpo sanguinolento del niño, un ojo colgando de la cuenca y el otro desorbitado por el terror era lo que le esperaba.
Cayó al piso, extendió la mano para tomar la del niño y en un último paroxismo de terror el hombre expiró.
Al otro día lo encontraron yaciendo allí, sin un solo golpe o arañazo y muerto... muerto de miedo.

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