viernes, 11 de octubre de 2013

Las urgencias de Margot





Con el apremio por salir del trabajo, Margot olvidó que debía ir al baño. Es hora “pico” y salir de la zona puede ser todo un reto o una gran odisea, así que no hay tiempo que perder. Camina rápidamente a la parada, sigue el ritual diario de parar unos diez taxis diferentes hasta que llega alguno que casa en gustos, precio y necesidades: tiene que ser un vehículo que no parezca una “roncha”, que no sea “carero” y que, de paso quiera ir a donde ella va (“es que los taxis de ahora, se paran, te preguntan dónde vas y luego te dice para donde van ellos, como si a ti te interesara su ruta, ¡habrase visto, pues!”, es lo que siempre dice Margot). En plena autopista, la urgencia de ir al baño le resta concentración en el conteo de cuántas matas de guayaba están sembradas en los márgenes de El Guaire (sí, a Margot le gusta contar cosas) y se dedica a hacer respiraciones de relajación, con lo que consigue algo nuevo para contar. El tráfico no ayuda. La ansiedad crece, también la urgencia vesical. Llega al punto de desembarque. Espera unos segundos para dar un primer movimiento, ante la mirada intrigada del taxista quien, atento (y en total desconocimiento de que las aguas amenazan con escapársele), se baja del carro, da la vuelta y –muy cordialmente- le abre la puerta, creyendo que es lo que espera su dicharachera pasajera. Margot sonríe, agradece el gesto y sale del auto a paso lento, cuidando no abandonar la concentración necesaria. Camina despacio, como si la prisa de su vejiga fuese inversamente proporcional a su velocidad de desplazamiento. Comienza el viaje (¡sí otro de esos inoportunos pero divertidos viajes!). Y piensa: “¿Cómo se representará esta situación mediante una fórmula matemática? Discurren los números por su mente y por su entrepierna el líquido amarillo y cálido que la libera, mientras busca una fórmula que nunca recordará. Se detiene. Es maravillosa esta sensación de libertad. Ya nada importa. Un suspiro, una sonrisa y una sensación de lejanía son la confirmación del viaje. Y ya nada importa.
B. Osiris B.

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