Primero fueron llamaradas rojas y luego amarillos indescriptibles.
Que hermosa mañana nos regaló Dios.
¡Cuanta belleza!
Que hermosa mañana nos regaló Dios.
¡Cuanta belleza!
Las margaritas de Octavio Octavio amaba las margaritas, pétalos blancos con corazón dorado; repleto de dulce polen. Pero en la calle ochent...
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