Si te contara que
mi niña interior a veces llega a saludarme, me mira con esos ojos tristes,
mientras una mano está en su boca y la otra en sus rizos.
Se consuela succionándose
el dedo pulgar y haciéndose a sí misma una caricia.
Ella solo me mira;
no dice nada. Guarda un silencio que a veces dice mucho y otras solo me
deja preguntas sin respuestas. Yo siento que hace bien no diciéndome
nada. Pues a lo mejor, podría causarme mucho dolor o penas.
Yo la veo desde
adentro pero igual tan lejana. No logro descubrirla.
Me gustaría a ratos
lograr hablar con ella. Decirle que la quiero, que me habría gustado
mucho que fuera muy feliz. Y que hubiera tenido todo lo que la hubiese
hecho una mejor persona.
Pero... la vida se fue yendo. Y
la niña interior que fui; ya cumplió su cometido y ahora solo está ahí,
acompañada de otras yo, observando si cumplo con el mío.
Patricia Lara P.
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