Y me pregunté entonces que contenían y que hacían allí ese montón de bultos. Obstruían un rimero de cosas que debía ver y decir. Me aproximé, e intenté abrir uno de ellos y salieron disparadas unas letras. Asombrada lo hice de nuevo y otras lo hicieron y empezaron a formarse de tal manera que pude leer en ellas palabras.
Hmmmm. Cosa rara, pues andaban perdidas algunas de las mías.
Me di a la tarea de abrir los costales y casi bailando y cantando las palabras
felices me rodearon.
¡Conque ahí estaban chicas! ¡Y yo buscándolas!
Espero que ahora liberadas todas me colaboren y digan cosas lindas, que
hablen de amor, de sonrisas, de aves y de flores. De cosas bellas en todo
caso.
No sea que me harte un tanto y de nuevo las vuelva a amontonar entre
costales y las olvide en un rincón por siempre.
Patricia Lara P.
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