No pudo contar su
cuento
(Cuando uno no tiene nada que contar; cuenta algo como esto)
Hubo una vez un pollito que piaba y piaba, escarbaba y escarbaba y al hacerlo encontraba ricas y jugosas lombrices; no que otro insecto delicioso y hierbas y flores no solo lindas sino también muy sabrosas.
Hubo una vez un pollito que piaba y piaba, escarbaba y escarbaba y al hacerlo encontraba ricas y jugosas lombrices; no que otro insecto delicioso y hierbas y flores no solo lindas sino también muy sabrosas.
Un día nuestro
pollito encontró algo así como una sombrilla; roja y brillante. La
miró, dio vueltas en torno a ella y sin saber qué hacer pió y pió hasta que su
mami llegó.
La gallina que era
sabia le dijo: Hijo no comas de eso; sé que es muy peligroso. La
pata del estanque cercano, comió una de estas y murió sin decir ni cuac.
El pollito no
lograba dejar de mirar aquella hermosa planta ya que solo verla le inspiraba
mucho placer. Estuvo todo el día preguntándose si debía hacerle caso a su
madre o si sencillamente debía comerla y disfrutar tranquilamente lo que debía
ser -a su modo de ver- sumamente
delicioso.
Ya en la noche el
pollito se fue a dormir muerto de hambre pues no había ni piado ni escarbado
como debía. No durmió bien y al despuntar el alba corrió a donde estaba
la hermosa planta.
¡Oh sorpresa! Había
allí otras más como ella. Brillantes, lustrosas
y tan hermosas como la recordaba. No
pudiendo soportar la ansiedad se atracó con ellas.
La gallina lo
encontró horas después; con las paticas para arriba, los ojos desencajados y
con espuma en el pico.
Lo malo de esta historia es que el
pollito ruidoso no pudo contar su historia. ¿Y entonces cual era el
cuento? Pues el pollo chiroso, aquel que salió gritando, haciendo mucha
alharaca y espantando al todo el mundo; "el cielo se está cayendo".
Patricia Lara P.
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