Majo tiene 4 años, ayer estuve en su casa y hablamos. Ella me enseñó sus
zapatos calientitos y sus sandalias.
Majo me contó que es una bruja y enronqueció la voz para espantarme; yo me alegre mucho pues no siempre las brujas nos encontramos y podemos hablar. Así que le enseñé mi verruga; al principio insistía en que ella no la veía, pero cuando le dije que solo las brujas reales vemos las verrugas de nuestras congéneres la vio con total claridad y con su dedito me la indicaba. Es más, logró ver también los tres pelos negros que salen de ella.
Majo me contó que es una bruja y enronqueció la voz para espantarme; yo me alegre mucho pues no siempre las brujas nos encontramos y podemos hablar. Así que le enseñé mi verruga; al principio insistía en que ella no la veía, pero cuando le dije que solo las brujas reales vemos las verrugas de nuestras congéneres la vio con total claridad y con su dedito me la indicaba. Es más, logró ver también los tres pelos negros que salen de ella.
Le conté la historia de Hansel y Gretel mientras ella hacía caras de
espanto, luego le dije que con el tiempo ella también querría cocinar niños y entonces
hizo una risa de bruja y decidió que los preparará con salsa de tomate y que le
quedaran muy sabrosos.
Majo me dio jugo de araña y tierra y le quedó bastante bien,
repugnantemente bien. Esa es la idea al hacer un jugo de esos. No
se cómo hizo para conseguirlas tan tiernas y jugosas.
Le conté también que yo tenía
animalitos caminando entre mis cabellos y que ponían huevos; ella casi enloquece
de la dicha buscándolos pero no los encontró, lo cual la desilusionó mucho pues
quería tener un par entre su pelo.
A
mí me gustan más los niños bien cocidos pero la experiencia de hablar con Majo
y de contarnos historias de brujas fue en realidad divertida.
Patricia Lara P.
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