La gente, el ser humano; la mayoría de las veces piensa que tiene todo asegurado. Que su pareja; nunca se van a ir del lado y va uno como patinando… suavecito y mirando para el cielo, silbando o cantando una tonada tras otra. De pronto, el piso cambia y las ruedas veloces se enredan y uno a trompicones por la vida deja de mirar arriba y ve abajo y la voz se ahoga en la garganta y el silbido se acaba. Y se da cuenta entonces, que todo era un sueño. Y por fin uno entiende que si uno no cuida lo que tiene lo pierde.
El amor hay que demostrarlo, la gente que queremos hay que cuidarla,
abonarla con mimos y arrullos. Canturrearles lo mucho que nos importa y
abrazar con suavidad a ratos y otros fuertemente, pero siempre, con constancia
y amor como si de una planta se tratara y no queremos que se seque y muera o
que ahogada en abono y en agua también desaparezca.
A veces, ni cuenta nos damos del dolor que causamos precisamente a
aquellos que disque más amamos.
Y
luego, nos aferramos a lo que ya ni existe, como si de una tabla de salvación
se tratara y juramos amor y entrega y sacrificio. A veces aún es tiempo;
pero otras tantas ya no hay nada que hacer más que llorar y tratar de seguir
adelante por el camino duro y cargado de abrojos que nosotros mismos trazamos.
Patricia Lara P.
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