Reflexiones de la nada
Soltar (¿amarras?)
Hace unos tres años voy soltando... No porque nadie me lo dijera, sino porque esta almita mía lo pide a gritos. Pero nos enseñan a agarrar, ¡aprendemos a asirnos a tanto!, que luego duelen las manos (¡duele el apego!) al querer soltar.
No se me da fácil lo de soltar y flotar. El peso (¿muerto?) de los apegos terrenales -y sus sinsentidos- se anquilosan en las coyunturas (y en las nostalgias).
Aún así, siento que voy aprendiendo -muy lentamente, muy a mi ritmo- a dejar fluir (aunque el tarugo del control se me atragante cada tanto).
Pero no, no es fácil eso de entender las mareas de la vida. Eso, de entender que no siempre la ola está en su cresta, especialmente cuando el dolor te mantiene en una espiral de bajamares. No, definitivamente no es fácil, pero ¿por qué tiene que serlo? ¡Es y punto! Y toca, entre pleamar y bajamar, aprender de a poco (o de a mucho) a apreciar la melodía del dejar fluir. Aún así, hay días en que no respiro, en que no "¿fluyo?"... Y eso también está bien, porque no hay medida, porque estoy viva. Porque eso es también parte de no tener el control.
Y hoy espero, aquí, entre nubes grises y brisa fresca, un pequeño impulso para la danza de este día... A mi ritmo, suelte o no suelte las amarras que reposan en los recodos de este camino que vengo desandando.
Hoy, con la piel ardida y la melancolía dormida, respiro, me doy tiempo. Espero.
B. Osiris Bocaney
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