El perro maligno
Cuentas los viejos en noches de luna llena, al lado del fogón de leña en el que se iba calentando lentamente el agua en la que se prepararía el fragante café. Que en otros tiempos. Cuando el bien y el mal eran cosa segura. Que cuando uno escuchaba las uñas de un perro seguirlo presurosas, sin que en la realidad existiera uno en ese momento. Que un espíritu maligno metido en el cuerpo de dichoso animal estaba siguiéndote. Contaban los mismos taitas que si se oía cerca, estaba lejos, pero si se oía lejos, lo mejor era correr y encomendándose a todos los santos posibles.
Según ellos. El dichoso animal diabólico, agarraría nuestra alma entre sus fauces y adiós al amigo.
Mejor dicho... Paticas para que las quiero.
(Un cuentecillo inspirado en mi Capitán)
Patricia Lara
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