Rutina de desvaríos (3)
Camino entre cisnes blancos salpicada del dulzor y la frescura de las tibias aguas del lago en el que mi gato negro me acompaña. Me desplazo afablemente entre lirios y nenúfares, vadeando una que otra pequeña roca y respirando profundo para conservar este olor a nada que aún me queda.
De pronto, al ritmo de una repentina brisa, mi gato extiende sus alas y vuela hacia el horizonte. Suspiro y sonrío, mientras el cisne negro, mi versátil compañero, maúlla surcando el perlado cielo de esta clara noche de brujas. A lo lejos, el crepitar del fuego, el tintineo de los cascabeles y el tam-tam de los tambores incitan a bailar. Camino a tientas lentamente, cuidando no tropezar. Me inclino sobre las aguas y mi mano llega al oscuro fondo, el frío me estremece. Tomo una esponja para amortiguar el goteo del grifo del baño. Es medianoche y la luna brilla. Un águila se acerca en vuelo rasante, toma agua en pleno vuelo y rocía mi sábana, dejando un rastro húmedo que me refresca. Canto. Cantamos. Es una larga noche. El gato grazna, maúlla y planea desde la montaña y suavemente se posa en la ventana. Lo acaricio y le invito a dormir. ¡Mañana será otro día!
B. Osiris Bocaney
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