Confinamiento

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Laberintos de angustia
defenestrando esta triste y sensible humanidad.
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Una llave afilada pende en la conciencia;
incita a un vil trueque, trampa fácil y fatal:
rebelarme al dolor, disfrazarlo,
perecer bajo otras cadenas.
Y aún no me decido:
¿martirio corporal o calabozo químico?
¡Acaso sea mejor el químico delirio!
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No muere.
No se marcha.
Ilusión óptica,
espejismo pasajero.
Limbo punzante de viva incertidumbre.

Muere el alma.
Sufre el cuerpo.
El ser se desvanece
en la niebla del sentir.
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Y una herida,
incrédula mirada,
cimienta el muro incremental de gemidos silentes.
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Largo libar de invisible -renovada- cicuta:
cala los huesos,
desuella la voluntad.
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No hay escape.
¡No hay salida!

B. Osiris B.