miércoles, 2 de septiembre de 2015

El sobandero





Ayer fui a visitar a mi tío Elíseo.  Me contó que hace años, tuvo un accidente.  Se cayó de un segundo piso; y se lastimó un brazo.  El codo se salió de lugar siendo muy doloroso el asunto.
Mi tío fue al médico y sin más ni más, le formuló unas inyecciones y que tuviera el brazo inmovilizado.
Durante dos meses mi tío siguió las instrucciones al pie de la letra.  Pero se vio obligado un día, a recorrer la finca a caballo.  Así que se puso el brazo en cabestro y montó el animal.
Recorrió un buen tramo y en las caballerizas guareciéndose de  una lluvia intensa y pertinaz, habían unas personas. 
Él se acercó al sitio e ingresó en el.  Saludó y se sentó a esperar que escampara.
Un hombre ya mayor se le acercó y le preguntó qué le había pasado. 
Mi tío le contó la historia y el señor le preguntó si podía tocarle el codo.  Ante la respuesta afirmativa de mi tío el señor le ayudó a quitarse el cabestro y después de palparle el codo le dijo que ya le estaba dando babilla y que había que poner los huesos en el sitio y masajear en tres oportunidades para que no perdiera el brazo.  Que si quería; el señor que era sobandero, le podía hacer el favor.
Mi tío sin pensarlo mucho, lo autorizó y el sobandero les pidió a otros hombres que ahí estaban que le ayudaran a inmovilizarlo pues el proceso era sumamente doloroso.
Mi tío puso su poncho en el suelo; se recostó y el señor con movimientos certeros le acomodó los huesos y le hizo la primera soba de tres, que eran las recomendadas.
Cuenta mi tío que fue tan intenso el dolor que se orinó en  los pantalones y casi perdió el sentido.
Como pudo; al cabo de un rato, se levantó del sitio y regresó a su casa donde constató que el dolor iba cediendo y que empezaba a mover los dedos de la mano.
Al cabo de tres días regresó al sitio a averiguar por el sobandero para que le hiciera el segundo de los tres sobijos recomendados.
La respuesta que encontró lo dejó sin palabras.
En la fecha que mi tío decía que había conocido al señor, éste estaba cumpliendo un mes de fallecido.
Al parecer, el buen hombre regresó de la tumba a hacer que otro buen hombre como mi tío recuperara su brazo.
Debo aclarar además que las dos sobas faltantes no hicieron realmente falta y mi tío recuperó la movilidad y la sensibilidad total de su brazo.
¿Milagro?  Seguro fue eso... Un milagro. 
Un milagro que un hombre bueno le hizo a otro hombre bueno.

Patricia Lara P.

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