miércoles, 2 de septiembre de 2015

Ciudad intolerante



Ciudad intolerante

En la ciudad intolerante está prohibido decir no.
Y decir sí.
Y no decir nada.
O decir cualquier pendejada que se te ocurra.
Y bien te puedes ir a la mierda delante de todos, si les permites opinar de tus miserias
para que escojan al próximo adversario,
culpable anticipado de lo que sea que se le pueda culpar.
Y hay plazas, y parques,
y redomas disponibles para gritar las consignas de moda,
juzgar al vecino
o consumirte en las drogas,
si tienes para "compartir".
Y es que allí se comparte -a la fuerza, o por necesidad,
que siempre es forzosa-
el carro, el celular, el sueldo,
la mujer y la esperanza; unos con el hampa común, otros con las víctimas del hampa.
También está prohibido sonreír,
no sea que te linchen
o te pongan mordaza
en pretendida justicia libertaria.
Porque es subversivo
el que ríe a sus anchas
entre tanta miseria, injusticia y desgracia.
¡Sonreír es de locos! ¿Saludar? ¡Salve su gracia!
Es mejor pasar de largo,
no sea que la ignorancia de algún connacional te empañe la prestancia.
Con las puertas cerradas,
por siempre en vigilancia,
así debes vivir en Ciudad Intolerancia.

B. Osiris B.

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