Uno puede imaginarlo
y hasta entenderlo.
Pero jamás sabrá como es el calor del sol
si no lo siente en la cara al ponerla en frente de él
y de tener que cerrar los ojos ante su brillo.
Uno puede imaginarlo
Pero jamás logrará conocer el sabor del agua
sin beberla con sed.
Uno puede también imaginarlo
Pero nunca entenderá lo que es un abrazo
si alguien no te abraza con cariño infinito
y además con solidaridad.
Uno puede haberlo leído y creer que lo entiende
que incluso lo conoce y lo reconoce
pero nunca sabrá lo que es un beso
si no te besan y besas con amor y pasión
y cierras los ojos y te entregas al beso,
con la boca húmeda y llena de calideces.
Uno sí puede imaginarlo
y haberlo visto en otros
y hasta entenderlo y muy seguramente reconocerlo
Pero jamás sabrá lo que es amar
si no ama y logra además despertar el amor en el otro
y que se entregue a ti igual o más que tu.
Uno puede imaginarse la vida sin el otro
e incluso puede vivir sin el otro
Pero jamás se sentirá completo
después de haber conocido el amor
lo que es haber amanecido entre sus brazos
y haber recibido tantos besos de amor,
tantas caricias intimas
y de haberse entregado plenamente.
No se aprende en cabeza ajena
-dice el refrán-
Y por más que intentemos
para saber, entender, creer y conocer.
Hay que vivir y sentir el amor.
Porque uno puede imaginarse muchas cosas
Y entender después
Mucho o poco tiempo después
Que todo aquello que imaginó
apenas era un atisbo de la realidad.
Así que hay que dejar de imaginar y de soñar
El amor hay que vivirlo a plenitud
Pues al imaginarlo y soñarlo
Solo vivimos vidas de otros
Y sueños también de otros.
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