La amo apenas verla y deseo pasar el resto de su vida a su lado y se lo
dijo a ella y fueron al altar y allí
ante Dios y ante los hombres se
prometieron muchas cosas. Y luego de un tiempo, poco incluso. Vio pasar
a la otra y le sucedió lo mismo
exactamente. Se enamoró perdida y locamente. Y las promesas antes
hechas se rompieron. Y creyó a pie juntilla que el amor de verdad había
llegado para quedarse. Y se casó de nuevo y juró de nuevo y prometió de
nuevo, cosas que pensaba podía cumplir; y tampoco cumplió.
Un nuevo amor tocó a su puerta, no una ni dos más, sino muchas veces,
muchas. A este hombre al amor le duraba un año, ni un día más.
Pero no era su culpa, el culpable real era el amor. El amor
romántico que no solo desean las mujeres. Los hombres sueñan con vidas
plenas de amor, romanticismo y sexo y vuelan sobre nubes y las mariposas en su
abdomen hasta los hacen flotar sobre algodones.
Nunca dejo de prometer promesas y nunca dejo de enamorarse con locura y
pasión y por lo mismo y todo, nuestro querido galán nunca cumplió.
Patricia Lara P.
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