Y entonces don Sol se preguntaba ¿Por qué cuando quiero acercarme a ella,
más se aleja?
Y señorita Luna, se cuestionaba lo mismo.
Cada uno llegó a pensar que tenía mal aliento, mal olor en las axilas, en
los pies. Imaginaron que alguien había hablado mal de ellos.
No podían creer que mutuamente intuyeran que eran cabezas huecas porque jamás se
habían dirigido la palabra.
Hasta que por fin un día concluyeron
que, a veces las personas no están destinadas a encontrarse, solo a presentirse
y quizá a amarse. Como se ama lo posiblemente imposible.
Patricia Lara P.
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