Cada cuatro de Marzo, ella se dedicaba a sobrevivir. No se levantaba de la cama ni para ir al baño. Se quedaba ahí tirada respirando lentamente. Fingiendo que no era. Cada cuatro de Marzo subsistía silenciosamente. No abría las ventanas, no encendía el radio ni la televisión. Cada cuatro de Marzo fingía que no era nada, ni nadie, ni ella.
Al día siguiente renovada. Hacía todo lo que debía haber hecho el
día anterior y el propio día. Y vivía a plenitud y respiraba más y sonreía
mucho y lagrimeaba un poco y amaba un tanto y... todos los y; que pudieran sucederse y suceder.
Cada cuatro de Marzo.
Patricia Lara P.
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