domingo, 23 de febrero de 2014

Más sobre la bruja Caruro



Es una vecina, una señora que ronda los sesenta y algo... Hace muchos años se estilaba por estos lares sacar la basura tarde hasta el contenedor, en la noche, un poco por no molestar y mucho por no ser visto "en esas". Con los cambios de la dinámica social, mucha gente saca su basura a diario y temprano, de camino al trabajo, pero esta señora sigue saliendo a botar la basura casi siempre justo a las doce de la medianoche -o rondando esa hora-, cosa bastante curiosa. Lo más curioso aún es que siempre sale con una carruchita de mercado destartalada, que hace un ruido muy peculiar que se hace muy notorio por el silencio reinante en esa hora. Aparte, las más de las veces, lleva a un niño o niña (ahora no recuerdo) que siempre va muy sujeto a su mano. No tiene una única ruta de salida, pues tiene tres o cuatro vías diversas de llegar al contenedor (vive en la intersección de una calle y dos callejones, uno de los cuales, a su vez, se bifurca en dos más que dan al mismo punto), pero casi siempre toma la misma vía de regreso, que pasa justo por debajo de nuestro balconcito, debajo del que casi siempre hace una parada de rigor y mira hacia nuestra ventana, como atisbando algo. Esto llama la atención porque, al pasar el callejón lateral a mi casa (que da a la ventana de mi habitación) abandona toda conversación, imagino que porque -siendo el callejón tan angosto- este se convierte en una caja de resonancia y se escucha todo cuanto dice aún más alto de lo normal. Igual, cuando va de salida y toma esta ruta, hace la misma parada en toda la esquina de la casa y hace el mismo recorrido visual, cosa curiosa pero no inexplicable.
Resulta que tengo un padrastro muy, pero que muy bromista. Él trajo un buen día una muñeca muy vieja y deteriorada de las "Belinda" (unas que solían ser más o menos de la altura promedio de un niño de unos seis o siete años) y Greis la tuvo jugando un buen tiempo, encariñándose con aquel "engendro" y "abandonando" a sus juguetes bonitos. Junto a su abuela, la bañaron, la vistieron y mi hija, por mucho tiempo jugó con la muñeca en cuestión (en casa de mi mamá, pues yo no quería aquella "horripilantura" en mi casa, debido a que más de una vez me echó un susto al encontrar a aquella "niña" sentada en mi sala, mirándome en la penumbra cuando me levantaba en la madrugada a tomar agua o ir al baño)... En casa de mi mamá terminó por no tener cabida y quedó paradita en el segundo balconcito, siempre esperando por Greis, que muy noblemente jugaba allí con ella... y una vez, solo por molestar, mi padrastro -al ver que habíamos desechado a la muñeca- la recogió y la guindó amarrada en nuestro balcón... ¡No te quiero contar los sustos que se llevó la gente al pasar frente a la muñeca a medianoche!, pues esa parte queda en penumbras, ¡nos reíamos mucho! Especialmente los fines de semana, cuando los jóvenes de estos lados fiestean y llegan tarde. Nosotros mismos, en la familia, más de una vez nos pegamos el mismo susto. El caso es que a la "bruja Caruro" le pasó lo mismo una noche y, desde esa oportunidad, no deja de mirar con recelo y miedo hacia nuestra casa, jajajajaja...
El punto es que, la hora de la salida, su maquillaje un poco estrafalario, su cabello amarillo, su apariencia un poco desaliñada, la compañía del niño y el sonido peculiar, así como el comportamiento, sorprendieron varias noches de vacaciones al par de locas que menciono en el enunciado, quienes, ni cortas ni perezosas, le pusieron ese nombre entre sustos y carcajadas... Creo que ahora se asustan las unas a las otras: ellas, si acaso están fuera una que otra noche de fin de semana o vacaciones (y aún estando en nuestra sala, a buen resguardo), callan por un instante y huyen al cuarto, entre risas (o se asoman a hurtadillas a ver el comportamiento de la señora)... la bruja, por su parte, frena el recorrido, calla y mira hacia arriba, para luego emprender su retirada, con su ruido peculiar y su muchachito del brazo.
(Espero no haberte aburrido)

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