jueves, 6 de febrero de 2014

La muerte



No le gustaba hacerlo, pero tenía que hacerlo.  Eso de ir por la vida quitándole la existencia a este o aquel  no era agradable, para nada agradable.  Estando viva había sido una gran asesina, bañarse en sangre para permanecer joven y hermosa era una delicia.  Pero ahora como castigo eterno y sin sangre y sin hermosura y sin juventud ¿Qué gracia tenía?
Aquel que elije los infiernos en realidad lo sabe hacer muy bien.  Pues algo de lo que se goza, al volverlo cotidiano se torna aburrido y hasta desagradable y termina uno deseando otra u otras cosas diferentes.
La muerte, ser la muerte era insufrible.  Y lo peor era la certeza absoluta de la eternidad cumpliendo su condena.

Patricia Lara P.

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