No le gustaba hacerlo, pero tenía que hacerlo. Eso de ir por la
vida quitándole la existencia a este o aquel no era agradable, para nada agradable.
Estando viva había sido una gran asesina, bañarse en sangre para permanecer
joven y hermosa era una delicia. Pero ahora como castigo eterno y sin
sangre y sin hermosura y sin juventud ¿Qué gracia tenía?
Aquel que elije los infiernos en realidad lo sabe hacer muy bien.
Pues algo de lo que se goza, al volverlo cotidiano se torna aburrido y hasta
desagradable y termina uno deseando otra u otras cosas diferentes.
La muerte, ser la muerte era
insufrible. Y lo peor era la certeza absoluta de la eternidad cumpliendo
su condena.
Patricia Lara P.
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