miércoles, 2 de mayo de 2012

Invisible

No supo en qué momento se volvió 
Invisible.
de ser una mujer que servía para todo
se convirtió en un objeto
inanimado
incorpóreo
invisible.
Las personas caminan a su lado
no la ven
es
invisible.
Sentada allí ve la vida pasar
y las personas.
Un día alguien incluso
sin saberlo
sin pensarlo
arrojó sobre ella un objeto
luego otro
y otro
y ahora carga sobre su cuerpo
invisible
una cantidad de trebejos inservibles
Objetos que nadie extraña
que nadie busca
que a nadie le hacen falta
que al igual que ella
son invisibles.
En algún momento; seguro
alguien percibirá 
el bulto de "basura"
inservible
lo cual la hará 
visible
y a lo mejor
quien sabe
quizás 
al decidirse a arrojarlo al bote de la basura
la vean de nuevo
la noten
se den cuenta que ha sido importante
quizás…
le hablen
y le pidan tal vez 
algún consejo.
o tarde ya
No quede otro remedio
ya que el hedor los llama
a darle cristiana sepultura.
No faltará quien diga
que fue buena
que les hará gran falta
que la echaran de menos.
Y solo en ese instante
Dejará por solo unos segundos
De ser el ser
En que se convirtió.
Invisible.

2 comentarios:

  1. ¡Ay, comaíta, como que andamos pensando cosas iguales!

    Senectud desvencijada

    Asomada a la verja-más como un trasto arrumbado que como una persona- rumia sus pesares y gruñe al viandante que amable la saluda o, bien, grita a todo aquel que no voltea a mirarla.

    Hoy, Delfina no distingue amigos de enemigos, todos le amenazan, a sus ojos es así.

    Quizá sea por las cataratas, que nublan sus ancianos ojos; o por el resentimiento de que nadie la ayuda a salir de esa maldita jaula que en mala hora se hizo construir para alejarse de “la chusma” del barrio; el caso es que no distingue contra quién la emprende desde los barrotes de su verja.

    A veces gime, grita, insulta… pero ya nadie se atreve siquiera a mirarla.

    Y así pasan los días de una anciana triste que renunció a tener amigos, encapsulada en soledades, arañada de tristezas… sola entre una multitud de gente que pasa por su lado… sola entre unos barrotes de dolor y tristezas. No los físicos, que ya es mucho decir. Delfina muere lentamente tras los cerrojos de la intolerancia –la suya-, la indolencia –la de sus hijos- y la indiferencia de unos vecinos que prefieren fingir apuro. Y a veces, en su mente, se compara con el cúmulo de sillas desvencijadas y rotas que la rodean en su pequeño solar.

    Hoy amanece la ciudad bajo una bruma densa y una garúa persistente… nadie notó el cadáver de Delfina, nadie la echó en falta… no hubo quien la extrañara… Sólo unas aves, que hacen con su ralo cabello un nido, dan cuenta al mundo de su muerte con un escándalo matinal. Pero, ¿quién le hace caso a las aves?

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    Respuestas
    1. Esto lo escribí por los "viejos" que visito todos los días en el hogar geriátrico y porque voy caminando peligrosamente hacía ese instante.
      Hermoso escrito mi negra. Un gran abrazo.

      Eliminar

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