Con
tan solo dos añitos,
como
un pequeño bebé,
has
ido dando pasitos,
sin
tener ningún traspié.
Y con
tiernos balbuceos,
vas
regalando a la vez,
remansos
que son recreos,
de
transcribir y leer.
Olas
que arriban al alma,
en
distinta dimensión,
rompiendo
en eclosión de letras,
o
languideciendo de amor.
Vivencias
que se enarbolan,
en
ramas de ensoñación
y
lecturas que entrelazan,
maestros
con amateurs.
Y me
suelo cuestionar,
y no
acierto a contestar,
¿si
esto nos das con dos años,
que
más tarde nos darás?
Yolanda
de la Colina Flores
13 de
mayo del 2012
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