Camino
por la playa
recogiendo
conchitas
pateando
las olas
y
riendo a carcajadas.
Ante
mis ojos
un
promontorio de rocas
y
mucha vida adherida a ellas.
Algo
brilla -un destello-
una
botella se destaca allí
La
tomo, la miro
adentro
escucho algo
la
destapo pensando en genios
en deseos
por cumplir
en
libros ya leídos
que
cuentan de ogros malos
y
también de hadas buenas;
de
premios y castigos.
Un
papel, arrugado y viejo
sale
de las entrañas
de la
sucia botella.
No me
busquen…
No
quiero que me busquen…
Se
lee en el papel
soy
feliz por fin en estas soledades
nadie
habla y no calla
nadie
cantaletea.
Pienso
en el hombre que por fin
escapó
de un matrimonio malo.
No me
busquen…
me
gusta estar aquí
mirando
el mar; sus ires y venires.
No me
busquen
me
gusta caminar descalza por la arena
y
jugar con las olas
y
encontrar las botellas
que
yo misma voy dejando
como
migajas de pan
como
pequeños guijarros
para
rogar por Dios y a los humanos
que
no me busquen.
Ahora
que por fin me encontré
Por Dios…
que
no me busquen.
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