domingo, 27 de mayo de 2012

Una taza de café


Una taza de café me lleva irremediablemente al recuerdo de la tía  Elizabeth y las tardes llenas de conversación netamente femenina, de  la dulce abuela María la O. y del amor abnegado y seguro, al querido tío Eliseo y las mañanas de ordeño; también a la evocación  de las gratas personas con las que compartí esa bebida oscura, caliente y aromáticamente deliciosa.
Una taza de café me transporta a momentos no podría decir felices pero si placidos y apacibles, cargados y recargados de instantes etéreos, cadenciosos y suaves.
Una taza de café es como un nido tibio lleno de ensoñaciones.
¿Adicta al tinto?  ¡No que va!
Más bien adicta a los recuerdos.
(Tinto igual a café negro caliente y aromático)

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