Veneno
Todos los días
a la misma hora
sagradamente,
como si de la
comunión se tratara;
tomaba una
cucharada o dos
de belladona.
-Aclaro-
No era exactamente
esa planta
eran palabras;
acciones
actitudes
que le envenenaban
el alma.
Con el tiempo
al hacerse
resistente al veneno
decidió cambiarla
por mandrágora.
El efecto siguió
siendo el mismo,
pero recordar todo
la hacía sentir
viva
y la vida le daba
la opción
y la esperanza
del justo desquite.
Patricia Lara P.
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