Dulce
Su rostro es la antítesis viviente de su
nombre. Decidió progresivamente que la vida es triste y que cada día es un
tiempo de mengua.
La miro y detallo una piel morena, aceitunada, como de india; sus rasgos faciales y óseos me sugieren una ascendencia colombiana, o peruana; sus costumbres me reafirman la certeza de su origen extranjero. Un origen del que nunca hace mención ni siquiera transversalmente.
.
Hace gala de una tosquedad que está a medio camino entre lo accidental y lo intencional y su amabilidad parece obedecer más a la conveniencia y al temor, que a la convicción propia.
La miro y detallo una piel morena, aceitunada, como de india; sus rasgos faciales y óseos me sugieren una ascendencia colombiana, o peruana; sus costumbres me reafirman la certeza de su origen extranjero. Un origen del que nunca hace mención ni siquiera transversalmente.
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Hace gala de una tosquedad que está a medio camino entre lo accidental y lo intencional y su amabilidad parece obedecer más a la conveniencia y al temor, que a la convicción propia.
Sonríe poco y con mesura, como si le
doliera. Lo hace apenas con los labios, nunca con sus ojos. La última de sus
sonrisas se escapó en su cuarto parto, que no pidió, pero que tampoco evitó.
Madre de cuatro y proveedora de seis,
sufre la escasez y se culpa por haber votado equívocamente. Aunque la miseria
le tiene raídos los vestidos y las esperanzas, mira con altanería y tiene
ínfulas de clase pudiente, aunque ya no puede ni soñar que puede.
Nombrar a Dulce es evocar el llanto de
una madre que quiso y no supo guiar a sus hijos, hoy en retirada a otras
fronteras, sin más educación que la del pedir y esperar dádivas de propios y
extraños.
Se le fue la cualidad de su nombre con
las imprecaciones dichas por lo bajo, para que el Dios que está en la iglesia y
en la Biblia de su pastor, no la castigue más. Que ya es mucho el castigo para
una vida y le prohibieron creer en la reencarnación, no sea que se fugue con la
deuda o su diezmo en esta diezme mucho más.
En fin, que Dulce es acre sabor de vida
llevada cuesta arriba entre las culpas y la incertidumbre, de cara a las
incógnitas de un futuro gris, opaco.
Dulce es antítesis en la palabra, el
pensamiento y la omisión. ¡Y también es un poco dulce!
B. Osiris B.
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