miércoles, 17 de agosto de 2016

El cumpleaños de Brunilda



El Cumpleaños de Brunilda

Hoy es un nuevo día y el sol, esplendoroso, sonríe en el oriente. Brunilda, rana madrugadora y dicharachera, se halla en sus cuatro ancas desde la alborada. Ya la tormenta ha amilanado y con los rayos del sol se han dispersado ligeramente las nostalgias. Hoy está cantarina y no se le nota tan alicaída como la noche del torrencial aguacero en que las añoranzas oscurecieron a tonos marrones sus rojos ojos vidriosos. Su voz melodiosa alegra la charca y, mientras sacude aquí y allá, va y viene de la cocina, pues hoy está estrenando la receta de unos moscones de río rellenos con capullitos de nenúfar, rociados con miel, en una cama de nueces de Brasil, que le vino en su fascículo 53 de la revista “Ranosidades culinarias y uno que otro cuento”.
En el ínterin, entre vaivenes y corre-corres, Brunilda ve venir a lo lejos, en raudo vuelo a Remberto, el cigarrón cartero que cubre la zona de la charca y aguas abajo, que balbucea algo a los cuatro vientos, sin que al parecer nadie logre entenderlo. Pasan unos segundos y ya se oye un poco mejor el rugido del cartero: “–¡Correspondencia para la señora Brunilda Guachichornia Do Brilho do Sol!”… “–¡Correspondenciaaaa…”
Se oyen jadeos, aleteo irregular y un zumbido creciente. Luego, nuevamente el pregón de Remberto: “–¡Correspondencia para la señora Brunilda Guachichornia Do Brilho do Sooool!”
¡Brunilda no lo puede creer!... ¡correspondencia para ella, justo hoy, en el día de su cumpleaños! ¡Cuánta alegría la embarga!
Espera impacientemente a que el cigarrón cartero aterrice con toda su parsimonia. Se saludan afectuosamente y, luego de los prolegómenos de rigor con la firma del recibo de entrega y los comentarios del clima, Remberto le entrega sendos sobres. Brunilda, eufórica y poco comedida como es, se le encarama encima para abrazarlo y casi le parte una antena... Remberto, que es muy formal y parsimonioso, carraspea, “–¡Ejem!”, al tiempo que trata de zafarse de tan inesperada muestra de alegría. Brunilda, volviendo un poco a su centro, lo libera de su asfixiante abrazo, no sin antes estamparle un sonoro beso en medio de los ocelos, que están más exorbitados que de costumbre.
Remberto da un pinino hacia atrás, se despide, hace una reverencia cual si se quitara un sombrero, y emprende el vuelo gritando: “–¡Feliz cumpleaños, querida Brunildaaaa! Se marcha río abajo, dejando a una sonriente y alborozada Brunilda dando brincos de hoja en hoja, dispuesta a revisar su sorpresiva correspondencia.
Entre sollozos de alegría, suspiros de nostalgia y lengüetazos para degustar su delicioso plato gourmet, Brunilda inicia la celebración de su cumpleaños, leyendo una carta astral y las predicciones para este nuevo año de vida, obsequio cortesía de su ranueco mayor, que preside la Sociedad Amazónica de Ranas Astrólogas, Artes Ocultas y Otras Yerbas. Luego de comer, escoge la corola más vistosa de los nenúfares donde habita, para colgarlo junto al segundo obsequio que le llegó en la encomienda entregada por Remberto: un autorretrato autografiado de su ranuequita menor, ¡una pintura que es un primor! Con esos hermosos presentes a la vista, y agradeciendo la Naturaleza por el radiante sol de este día, Brunilda canta y celebra su cumpleaños número… ¡No… a Brunilda no le gusta hablar de números, jajajaja! ¡Pero sí le gusta cantar!, así que, escuchando el tintinear de los sonidos del río, el movimiento de las hojas de la charca y la brisa soplando, empieza a tararear “Sapo”, el golpe guayanés que le recuerda con alegría a sus renacuajos… Y Brunilda, agradecida, canta, baila, ríe y salta.
Y colorín, colorado, ¡el cumpleaños ya ha empezado!

B. Osiris B.

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