domingo, 19 de diciembre de 2021

Azul


Azul

Índigo es una morena.  Es oscura.  Con una oscuridad escandalizante en su alma y -para algún desubicado- en su piel. Azul nocturno como el cielo que no puede -que no quiere- ver.  Oscura su piel, como su pasado que la compele a recluirse entre cuatro paredes, huyendo de las manos del mundo que la señalan, negando la responsabilidad de quienes rasgaron el valor de su integridad.

Azul, como el rastro de los cardenales, como el uniforme de quienes no atendieron su queja, como la pintura descascarillada de aquella sala donde curaron sus heridas físicas y ahondaron las de su alma. 

De niña, Índigo paseaba bajo el brillante cielo azul. Hoy no lo  disfruta.  Se oculta en su piso, aislada y temerosa, añorando el tiempo en que, en la inocente felicidad de la infancia, nada le parecía amenazante. Y teme lo que se esconde en las mascarillas, azules, como el cielo y como el miedo que la embarga al pasar entre tantos extraños que deambulan por esta ciudad tropical en la que (des)habita hace un año.

Y espera, Índigo en la soledad, a que el dolor se vaya.  Y canta en solitario, para que el temor desaparezca.

B. Osiris Bocaney

Rutina de desvaríos (3)

Rutina de desvaríos (3)


Camino entre cisnes blancos salpicada del dulzor y la frescura de las tibias aguas del lago en el que mi gato negro me acompaña.  Me desplazo afablemente entre lirios y nenúfares, vadeando una que otra pequeña roca y respirando  profundo para conservar este olor a nada que aún me queda.  

De pronto, al ritmo de una repentina brisa,  mi gato extiende sus alas y vuela hacia el horizonte.  Suspiro y sonrío, mientras el cisne negro, mi  versátil compañero, maúlla surcando el perlado cielo de esta clara noche de brujas. A lo lejos, el crepitar del fuego, el tintineo de los cascabeles y el tam-tam de los tambores incitan a bailar.  Camino a tientas lentamente, cuidando no tropezar. Me inclino sobre las aguas y mi mano llega al oscuro fondo, el frío me estremece.  Tomo una esponja para amortiguar el goteo del grifo del baño.  Es medianoche y la luna brilla.  Un águila se acerca en vuelo rasante, toma agua en pleno vuelo y rocía mi sábana, dejando un rastro húmedo que me refresca.  Canto.  Cantamos.  Es una larga noche. El gato grazna, maúlla y planea desde la montaña y suavemente se posa en la ventana.  Lo acaricio y le invito a dormir.  ¡Mañana será otro día!

B. Osiris Bocaney

Esa fue la ultima vez que me puso las manos encima

Y esa fue la última vez que me puso las manos encima.  Llegó borracho, últimamente se le había vuelto maña. Al principio me quedaba callada, pero ese día no aguanté más y le recriminé. Envalentonado por el trago y la maña me miró con odio. Luego de que yo seguía con mis argumentos, tratando de no hacer ruido por los niños y por los vecinos se me vino de frente con los puños apretados y mascullando maldiciones. Tuve miedo, el era mucho más grande que yo. Y además un macho sin control debido al alicoramiento y la furia a lo mejor contenida por años. Levanté las manos de uñas largas muy finas y sin querer; únicamente por el reflejo. Le arañé la nariz. Y ahí fue Troya. Arremetió contra mi con los puños cerrados y me descargó un golpe fuerte. Me sentí mareada y me sostuve en el mesón de la cocina. Al hacerlo mi mano sintió el mango de algún elemento de cocina y sin dudarlo se lo empuje entre las tripas. Vi el asombro en sus ojos. Vi que se llevaba las manos al abdomen y que de entre los dedos viva, brillante y alocada fluía sangre a torrenciales cantidades. Me vi, mirarlo asombrada y luego... Al cabo de un tiempo, con el exhalé un muy audible suspiro. Pues si. Esa fue la última vez que me puso las manos encima.

Patricia Lara P

Tengo dos gatos negros

 Tengo dos gatos negros

Sólo la brujas reales los vemos como en realidad son.
Dos magníficos ejemplares negros
Negros como el azabache
Negros como la noche negra
Como el alma negra de los seres malos.
Tengo también un perro negro
Negro, negro.
Negro como la boca negra de la cueva oscura que habito.
Negro como las arañas amargas que incluyo en mis oscuras pócimas.
En unos días
Pocos
O mejor
En unas cuantas noches
Realizaremos de nuevo el rito
Y las canas y arrugas desaparecerán y nos reiniciaremos.
Salud.

Patricia Lara P

Diseñadora de moda para perros

 Hoy Capitán tiene cita con su diseñadora. Por casualidad la conocí ayer. Le va a confeccionar un arnés Antiestrés para que no sufra tanto en la alborada, ya que queman mucha pólvora esa noche.

Miraremos el disfraz de Halloween y otro rojo para el día a día.
Que no se diga que Capitán no es fasionista jajajajaja.

Patricia Lara P

NOTA: La diseñadora jamás salió con nada. Luego se quejan de que emprender es muy difícil.  Claro... emprenden solo de palabra.

Soy pésima ama de casa

 Soy pésima ama de casa. En serio pésima.

En mi hogar hay polvo en algunos rincones, hay aquí y allí, telas de araña. Los baños son cuentos de nunca acabar y ni hablar de la cocina que medio se limpia y al siguiente segundo ya está sucia de nuevo.  Hay vasos y platos desperdigados en muchos y variados lugares.
Si, debo admitir con mucha vergüenza que soy pésima ama de casa.
Lo que también es cierto es que en mi cocina siempre hay comida caliente y deliciosa, que en mi hogar recibimos con los brazos abiertos a propios y extraños. Que mis mascotas son mimadas y muy cuidadas. Que mis hijos a pesar de no haber sido malcriados se saben amados.
También es cierto que soy muy respetuosa de los otros, que cuido mi espacio y el de los demás.
Las personas que me conocen saben que a pesar de mis cabellos revueltos tengo un corazón muy bien puesto y compuesto.
Si, soy pésima ama de casa. Pero si, soy un excepcional ser humano.

Patricia Lara P

El espantapájaros (V1.1)

 Cuentos a Cuatro Manos

*El espantapájaros (V1.1)*

Crecí viéndolo en el huerto de mi abuela. Cada tanto, él estrenaba un sombrero, una camisa, o una bufanda. Alguna vez vi que lucía unas gafas de marcos dorados y lentes rosas. Esos jamás se deslucieron o perdieron su brillo y elegancia. Con ellos notaba que me observaba constantemente. Eran como la luna, jamás lograba perderlos de vista. 
Yo temía acercarme a él, incluso desde antes de ver tantas películas de terror y saber o entender que eran tan malos. Un día, vi que unas aves construían un nido en él. Lo vi cargando sobre sus hombros los polluelos. Lo vi casi acunarlos. Alguna vez, incluso, alcancé a verlo inclinarse y regresar al nido (¿o a la cavidad de su boca?, la verdad, no lo recuerdo) a un polluelo que había intentado alzar el vuelo sin lograrlo.

Empecé a observarlo más y más y el horror que me inspiraba se fue convirtiendo en admiración. Con el tiempo, me recostaba a su sombra a leer una tras otra las historias que a ambos nos encantaban; él disfrutaba enormemente los cuentos de terror inspirados en sus congéneres y yo, de ese extraño olor ferroso que emanaba de sus fibras .

Pasaron los años y ahora son mis hijos los que le cambian su camisa, bufanda o sombrero, comprados especialmente para él. Le gustan los colores brillantes y festivos y, en cada atardecer, podemos verle pavonearse contra el viento, luciendo alegremente sus vestimentas.

Lo único que jamás le hemos podido cambiar son sus hermosos lentes dorado y rosa ni la inexplicable costumbre de manchar sus ropas con sangre por las noches. 

Patricia Lara P/ B. Osiris Bocaney

El espantapájaros

 El espantapájaros


Crecí viéndolo en el huerto de mi abuela. Cada tanto, él estrenaba un sombrero, una camisa, o una bufanda. Alguna vez vi que lucía unas gafas de marcos dorados y lentes rosa. Esos jamás se deslucieron o perdieron su brillo y elegancia. Con ellos notaba que me observaba constantemente. Eran como la luna. Jamás lograba perderlos de vista. Yo temía acercarme a él, incluso desde antes de ver tantas películas de terror y saber o entender que eran tan malos.
Un día vi que unas aves construían un nido en él. Lo vi cargando sobre sus hombros los polluelos. Lo vi casi acunarlos. Alguna vez incluso alcancé a verlo inclinarse y regresar al nido a un polluelo que había intentado alzar el vuelo sin lograrlo.
Empecé a observarlo más y más y el horror que me inspiraba se fue convirtiendo en admiración.
Con el tiempo me recostaba a su sombra a leer una tras otra las historias que a ambos nos encantaban. Disfrutaba enormemente los cuentos de terror inspirados en sus congéneres.
Pasaron los años y ahora son mis hijos los que le cambian su camisa, bufanda o sombrero comprados especialmente para él. Le gustan los colores brillantes y festivos. Lo único que jamás le hemos podido cambiar son sus hermosos lentes dorado y rosa.

Patricia Lara P

Escape


Escape (¿del Infierno?)

Le gustaba hablar y su lengua, entumecida, le negó el placer 
de la palabra viva. Adoraba leer y el dolor de sus ojos, avejentados y entre brumas, le alejó de sus añorados textos. Disfrutaba cantar y su mente, obnubilada y confusa, ya no supo siquiera imaginar un melodía con el tono de su propia voz. Le gustaba cocinar y crear en la cotidiana cocina casera y el abandono del gusto y olfato le sumieron en una oquedad sensorial. Aprendió a abrazar tardíamente y el dolor lacerante de su piel, hipersensible al tacto, le negó el placer del afecto corpóreo. Gozaba de bailar, aún en la soledad, Gozaba de bailar, aún en la soledad, y sus pies, lerdos y adoloridos,  ya no supieron acompasar el ritmo cadencioso de ninguna melodía. Se refugiaba, a pleno sol, en el canto del oleaje allende los malecones, y las autoridades le impidieron viajar, en cumplimiento de la cuarentena.  Adoraba sentir la fresca brisa en su cara, y le obligaron a usar mascarillas.

Un buen día, en la total desnudez de su alma y cuerpo, salió al alba: bañó su blanca piel con los primeros rayos de sol y se adentró -respirando matinales gotas de rocío- montaña adentro, dejando atrás únicamente el rastro de la huella de sus felices pies descalzos. 

Y fue flor, perfume, dulce néctar, fresca brisa y dulce melodía.  ¡Fue!

B. Osiris Bocaney

viernes, 29 de octubre de 2021

Y tú

 Y tú, ¿Cómo estás?


Yo, como el país:
vuelto mierda,
pero con la esperanza a flor de piel
y la sonrisa languideciendo
en el atardecer
de mis lagunas gemelas,
desbordadas de sal 
e incertidumbre.
Y tú, ¿Cómo estás?

B. Osiris Bocaney

A veces quisiera...

 A veces quisiera expresar todo lo que pienso

Pero soy consiente
De que tanta rabia haría más daño que bien.
A veces deseo pensar que los otros saben lo que me habita
Pero estoy segura de que si lo supieran se alejarían lo más y mejor posible.
A veces quisiera conocerme como creo que me conozco hoy. Pero soy consiente que la mujer que me habita hoy mañana será solo un sueño.
A veces me amo mucho, otras veces me desprecio un tanto.
Es que no soy la mujer que quiero ser las veinticuatro horas del día.
A veces, solo a veces.

Patricia Lara P

Las lágrimas


 Yo no lloro. No acostumbro llorar. Igual no es por resequedad en los ojos, ni por deshidratación. Es solo, que no me gusta el llanto. Y odio lo que las lágrimas le hacen al rostro.

A veces bostezo y una lágrima aflora y algunas veces desciende por la cara.
A veces, sin más ni qué sucede. No por un incidente, ni por una situación puntual o una tristeza reciente. Tan solo la lágrima sale y se desliza. Con la punta de un dedo la tomo y la seco frotándolo con otro.  Muy seguramente las lágrimas deben salir, bailar entre las pestañas y caer. No porque exista un motivo, muy seguramente por todos los motivos.
Mejor dejemos el dolor de lado y pensemos únicamente en las lágrimas. Las que son porque sí.

Patricia Lara P

Dirígete a la luz

 

Dirígete a la luz, fue lo que me dijo. Yo pensé... ¿Me morí? ¿A qué hora? ¿Cómo sucedió?

¡Válgame Dios! Cómo es que me muero y ni me entero. ¿Cuánto tiempo llevo en el mundo de los muertos, espantando a los vivos? ¿Mierda!
De pronto la persona que me habló suelta una carcajada. Y entre risa y lágrimas se burla de mi cara.
Cuando dije "dirígete a la luz" me refería a que encendieras la luz. Tu rostro fue un poema a la sorpresa. Todos los sentimientos se reflejaron en él. Sorpresa, alegría, desolación, alegría de nuevo. Y todo en tan sólo una fracción de segundos.  No pendeja. Aún no estás muerta.

Patricia Lara P

Doña Justa


Doña Justa
Fue una niña tranquila, rayando en o taciturna, más ensimismada que sociable, más de miradas veladas y suspiros por lo bajo, que de sonrisas y mirada abierta.

De adolescente, muchos la describirían solitaria y hasta aburrida; tan sosa, que ya de adulta sorprendieron sus más de tres matrimonios, con sendos pretendientes cuyas muertes inexplicables sumaron familia y fortuna a Doña Justa, hoy madre de unos quince hijos y abuela de unos veinte.

Hoy, con sus canas y un peinado muy bien logrado, pasa desapercibida en el velorio de su quinto marido, de cuya unión no tuvo hijos, tampoco familia, porque el finado Elisandro -inmigrante devenido en próspero comerciante- tenía, como se jactaba cada vez que tenía oportunidad, la dicha de haber visto morir a toda su parentela.  Allí, confundida con el mobiliario del crematorio, espera a recibir las cenizas.  Tras la mascarilla, sonríe al tiempo que recuerda cuántas veces Elisandro imploró, antes de dejar de respirar, por su inhalador, el mismo que ahora sostiene con fuerza con la mano que oculta dentro de su cartera. En el fondo del salón, dos señoras del servicio que asisten a Doña Justa comentan por lo bajo la mala suerte de la señora, ¡tanto dinero y no de duran los maridos!  Ella las oye, quiere voltear y pedirles silencio, pero estalla en risas que, tras el tapabocas se confunden con sollozos.  Doña Justa ríe hasta las lágrimas, lo único que alcanzan a ver las pocas personas que hoy la acompañan y compadecen su dolor.

B. Osiris Bocaney

Pensando como eran las cosas antes

 Cuando era una niñita, el mundo era diferente. Las personas se comportaban de otras maneras; eran respetuosas de las gentes y de Dios. Creo que eso ayudaba a vivir mejor. A luchar para superarse cada día. Para proveerse y proveer a sus familias de mejores cosas.

Casi nadie quería hacerle daño al otro. Casi nadie robaba algo, pero si lo hacía, era obligado a devolverlo, disculparse y aceptar el castigo que le fuera impuesto.
Salimos buenas personas. Decentes, solidarios, responsables.
Nosotros como padres e incluso los abuelos, decidimos (erróneamente) quizá. Que habíamos "sufrido" mucho. Y que no queríamos eso para nuestros hijos. (Vimos el camino pero no la meta) y empezamos a darles de más, a permitir que nos faltarán al respeto ya que veíamos dizque gracioso que el muchachito fuera tan avispado. 
Gran error. El mundo va patas arriba hacia la debacle. Obviamente no hay que generalizar, pero si debemos ser consientes que hay que volver a ser responsables. A ser padres y no amigos. A poner tareas.
Malinterpretamos el amor y ahí fue donde perdimos el rumbo.
Yo aquí como siempre, dándole vueltas a mis pensamientos pensantes, que locamente me llevan de aquí para allá.

Patricia Lara P

La abuela


 Se acordó de repente que no había pagado el agua ni la luz y sintió un miedo atroz. Las cosas que tenía en la nevera al cabo de media hora estarían descompuestas. El calor era realmente horripilante. Pensó que se moriría de sed. Y que incluso si hubiera pagado el agua no habría servido de mucho ya que tibia sabía horrible. Mejor dicho, era mejor morir de sed que beber ese líquido horrible.

Luego del espanto inicial lanzo una fuerte carcajada que se escuchó en el vetusto caserón.  Despertando a los que estaban dormidos y poniéndoles los pelos de punta a los despiertos.
Cada tanto, ella despertaba del sueño de la muerte atormentada por esa idea. Y cada tanto los habitantes del otrora su hogar morían de miedo.
Aquella carcajada larga les recordaba que tiempo atrás habían dejado morir de sed a la abuela.

Patricia Lara P

Como gata

 

Ahora, frente a un escritorio, sentí que se iban a caer algunas cosas. Mi acto reflejo fue intentar agarrarlas en el aire. Al no lograr tomarlas mi mirada instintivamente fue al suelo. Inmediatamente recordé a mi gato. Jajajajajaja. Tanto convivir con ellos que hacemos cosas similares jajajajaja.

Ops.
Yo como siempre pensando pensamientos.

Patricia Lara P

Hablando de celos

 


Veo Candice Renoir. Una serie de televisión que me gusta. Ella (la protagonista) tiene un novio que es celoso. Investiga a los hombres con los que ella trabaja, le hace mini escenas de celos, etc. 
Al parecer a Candice le molesta su actitud. 
Lo que a mí me intriga. Es que en sus otras relaciones (ha tenido varias) jamás le habían molestado ese tipo de situaciones. A mí modo de ver, incluso le gustaban.
Ahí llega mi pregunta.
¿Será que "elegimos" quien si y quién no, nos puede hacer ese tipo de cosas? ¿Se aceptan dependiendo de quién nos las demuestre? ¿Será que quien nos guste más puede ser un poco más celoso y posesivo?
Hmmm... Yo aquí pensando cosas muy importantes.

Patricia Lara P.

Y sigue quemando

Quema tus pestañas trabajando de sol a sol

Quema tus ingresos en hierbas varias
Quema las hierbas
Quema tus manos 
Quema a tu familia
Quema tu casa
¡Quema, quema, quema!

B. Osiris Bocaney

Quema


Quema las cáscaras de naranja para atraer la alegría.
Quema tomillo para atraer dinero.
Quema cilantro para atraer la lealtad.
Quema salvia blanca para purificar y renovar la energía.
Quema semillas de girasol y azúcar para traer abundancia.
Quema artemisa, para tener clarividencia y sueños lúcidos.
Quema granos de café para espantar a malos espíritus.
Quema romero para eliminar las enfermedades causadas por virus y bacterias.
Quema lavanda, para traer calma y tranquilidad.
Quema manzanilla, para quitar hechizos y traer suerte.
Quema menta, para calmar los pensamientos.
Quema laurel, para terminar con la ansiedad y protegerte de los hechizos.
Quema clavos de olor para evitar chismes, atraer suerte, dinero y buenas amistades.
Quema palitos de canela para darle chispa a la relación y atraer la abundancia.
Quema la cáscara de ajo para evitar  y alejar la envidia y si lo haces en viernes, atraes dinero.
Quema rosa blanca, para aportar armonía y dulzura.
Quema tabaco para expulsar a los malos espíritus.

Autor desconocido

Nota mental:  Pocas veces publico algo que no sea mío. Pero esto me gustó.

Fuera de contexto

  Hay muchas cosas que uno dice que se pueden sacar de contexto. Me gusta, prefiero pensar que la gente no es mala, que la malinterpretamos....