El fin del mundo
Y se decidió a ir al fin del mundo. Debo aclarar que el fin del mundo tuyo, no es el mismo mío; ni el de nadie más. Es como pienso yo, personal e intransferible.
Y se compró un rancho que bien pudo alquilar o adquirir sencillamente llegando.
Y se instaló allí pensando en sentarse a mirar al cielo y esperar. Aún no sabía que, pero esperar.
Y empezó a ver qué habían muchas cosas por hacer y acostumbrada a no dejar las manos quietas empezó a hacer.
Y descubrió que podía esperar haciendo, construyendo, creando.
Y la tristeza se fue disipando en la espera.
Y cuando menos lo pensó, la vida se había instalado en ella de nuevo.
Y vivió.
Patricia Lara Pachón
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