viernes, 29 de octubre de 2021

La abuela


 Se acordó de repente que no había pagado el agua ni la luz y sintió un miedo atroz. Las cosas que tenía en la nevera al cabo de media hora estarían descompuestas. El calor era realmente horripilante. Pensó que se moriría de sed. Y que incluso si hubiera pagado el agua no habría servido de mucho ya que tibia sabía horrible. Mejor dicho, era mejor morir de sed que beber ese líquido horrible.

Luego del espanto inicial lanzo una fuerte carcajada que se escuchó en el vetusto caserón.  Despertando a los que estaban dormidos y poniéndoles los pelos de punta a los despiertos.
Cada tanto, ella despertaba del sueño de la muerte atormentada por esa idea. Y cada tanto los habitantes del otrora su hogar morían de miedo.
Aquella carcajada larga les recordaba que tiempo atrás habían dejado morir de sed a la abuela.

Patricia Lara P

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