lunes, 3 de febrero de 2020

Un día como otros


Bueno... Me desperté a las 6:10 am.  En vista de que mi despertador debe llamarme a las 6:30 am. decidí ir al computador a atender mi granja virtual.  A eso yo le llamo "granjear".  Al dar la hora de despertar me dirigí a la cocina seguida por mi par de nietos peludos, que desde hacía un rato me exigían su desayuno.  Atendí al mayor dándole sus croquetas y luego al menor calentándole sus hígados de pollo (es lo que come ya que se rehúsa a comer concentrados duros o blandos).  Preparé entonces el desayuno de Ricardo: tres cucharadas de avena en hojuelas, una manzana verde picada, miel, canela en polvo y leche de almendras.  Se lo llevó a la cama (desde hace más de treinta años) el desayuno.  No el mismo siempre.
Le alisto la ropa y me preparo yo también para salir a caminar.  Lo despido en la puerta, el va al trabajo y yo a hacer un poco de ejercicio. Escucho, veo, pienso mientras camino.
Regreso a casa pensando qué prepararé de almuerzo.  Compro unas pechugas de pollo y una cerveza.  Tengo una idea para hacer algo un poco diferente.
Me tomo un café negro con un pedazo de queso.  Y empiezo a limpiar la cocina.  Preparo las bebidas, el arroz y pongo en una refractaria el pollo con la cerveza y algunos condimentos más.  
Recojo la ropa que lave ayer, de los ganchos en los que se estaba secando.  La doblo y distribuyo en sus respectivos armarios. Lavo la ropa de hoy en dos tandas.  Mismas que clasificó, tiendo a secar.  
Barro y recojo desorden aquí y allí.  En algún momento me miro al espejo y recuerdo que es urgente tinturarme el cabello.  Voy al baño, hago la mezcla, empiezo a aplicarmela y olvidé los guantes.  Subo por ellos, terminó el proceso.  Voy a la cocina, reviso el proceso, lavo más trastos.
Tocan a la puerta y es un amigo de Ricardo.  Entra, le ofrezco algo de beber.  Una de las tejas de la terraza suena terrible, así que subo la escalera para ver si lo puedo solucionar.  Finalmente el que soluciona el daño es el amigo.  Incluso va a la ferretería por los repuestos (unas amarras).  Mientras me lavo el cabello pues la tintura ya lleva mucho tiempo aplicada.
Llega Ricardo, sirvo el almuerzo.  El pollo al parecer salió formidable.  Llegan los hijos, almuerzan también.  El amigo se va, y me dispongo a hacer una pequeña siesta; no sin antes "granjear" un par de minutos.
Son las dos de la tarde.  Tan solo medio día y aún faltan un montón de cosas por hacer.
Para efectos legales no he hecho nada.  Las amas de casa no hacemos nada.  Aún así terminamos rendidas.
¿Fin?
Jajajajaja
(¿Alguien leerá hasta aquí?). 

Patricia Lara P

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