Ella era un alma en pena. El alma de él también. Un día y como al descuido. Sus ojos, que eran los que brillaban en ese cuarto obscuro se encontraron.
Hoy por hoy. Siguen según algunos siendo almas en pena. Según ellas y yo. Son almas felices. Que encontraron la paz y la tranquilidad al mismo tiempo que se encontraron.
Moran allá, en esa obscuridad insondable. Sólo algún día o dos alguien llega a ese cuarto, toma lo que necesita y rápidamente se aleja.
No debería sentir temor, ellas. A pesar de ser almas en pena. Encontraron la paz.
Patricia Lara Pachón
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