lunes, 10 de febrero de 2020

Cazuela de mariscos

Cazuela de mariscos

Tengo unos amigos que me contaron la siguiente anécdota.
Refieren ellos que aman salir a comer a restaurantes.  Sobre todo los fines de semana y con los hijos aún pequeños y en casa.  Tomaban el auto y se iban a "puebliar".  Llegaban a sitios buenos, regulares y malos.  A los primeros volvían a los otros por supuesto que no.
Bueno, lo cierto del caso es que por aquellos azares del destino.  Llegaron a un sitio pintoresco.  Muy tranquilo, al lado de una hermosa playa y con la mejor cazuela de mariscos del mundo mundial.
Ni qué decir que a la semana siguiente regresaron.  La boca se les hacía agua nada más de pensarlo.  Y los viernes literalmente babeaban.
Un día, ya sentados en el pequeño restaurante, después de haber degustado cada uno su cazuela se decidieron a enviar sus respetos al chef.
El mesero y dueño del lugar, se sintió muy feliz ante las alabanzas y les propuso que esperarán un poco a qué viniera a saludarlos para que ellos mismos le dijeran lo delicioso y delicado que era su plato.
Al cabo de unos minutos, ven entrar por la puerta trasera la mujer más sucia y desagradable del mundo.  Cabello enredado y sucio, con un delantal que ni para arrojarlo a la basura estaba bien.  Sandalias que a duras penas contenían unos pies sucios de uñas largas y negras.  Y ni hablar de sus manos.  Para colmo de males.  Se pasaba los dedos grasientos por boca y nariz con más frecuencia de la que a cualquier cristiano le gustaría.
Los ojos de nuestros amigos casi salían de las órbitas.  La sonrisa anterior se petrificó en sus rostros y a duras penas pudieron dar las gracias y hasta una propina.
Pies para que los tenemos.
Debo aclarar que hasta el sol de hoy, mis amigos jamás volvieron por esos rumbos. 

Patricia Lara P

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Veo

  Veo esas paredes de bahareque, blancas. Puerta roja a juego con la única ventana. Veo a María la O con sus ojos brillantes, su sonrisa y s...