Lleva sobre su pecho pendiente de una cuerda alrededor del cuello un crucifijo de hierro, oxidado por cierto. Ora a veces y da gracias con la frecuencia de aquel acostumbrado a no tener nada o a tener muy poco. Y sin embargo, y a su pesar, o quizá, a pesar de su fé. Él es Caín. Ha asesinado una y otra vez a su hermano menor; Abel. Cualquier motivo es válido. Un amor que le fue robado en la adolescencia cercana, el dinero que uno tiene y el otro no, el cariño paterno o materno. Cualquier motivo es bueno; válido, para empuñar la roca, el cuchillo, el arma es lo que menos importa. Lo necesario, lo importante es y será siempre el quitarle la vida a su hermano. Caín y Abel se repiten constantes. La historia nos los nombra de una u otra manera.
Lleva una cruz que pende al rededor del cuello.
Patricia Lara P
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