Mi tristeza
sábado, 2 de noviembre de 2024
Mi tristeza
Con el corazón en las manos
Estoy haciendo fila en la caja del súper mercado. Una persona al parecer se prepara para el fin del mundo. Yo con dos cosas en la mano me desespero. Respiro profundo y escucho la voz de un hombre que habla a mis espaldas. Lo miro y noto que se siente aliviado. Me dice... Ayer le dije a mi esposa que me había casado con ella, amando a otra. Dice, los ojos de ella brillaron primero y se apagaron después. Y comentó más para ella misma que para mí... supongo. Creí que había sido por el embarazo. Me preguntó sin ganas de saberlo realmente de quién. Igual ella misma sabía que no era de su mismo grupo de amigos o conocidos. La mirada en su rostro se apagó de nuevo.
Apacible
Apacible
A boca de jarro
A boca de jarro
Extinción
Extinción
Suicida
Suicida
Que qué odio
Que qué odio
Y yo no quiero
Y yo no quiero
Las muñecas
Las muñecas
Aquí pensando
Bueno... Me puse a pensar que habría pasado si los españoles no nos hubieran descubierto y colonizado, y para empezar debo admitir que yo no existiría. Soy descendiente de los infantes de Lara, famosos criminales de España. Eso dicen las tías, y de africanos esclavizados, es la historia que conozco por mi abuela.
Va la madre
Va la madre
Tierra de cementerio
Tierra de cementerio
Respiro
Respiro
Ponte en mis zapatos
Ponte en mis zapatos
Empatía
Empatía
El espíritu
El espíritu
Algo muy malo
Algo muy malo
La cena
La cena
Ni una más
Ni una más
Pueblo chico infierno grande
Pueblo chico infierno grande/El padre Agustín
La araña
La araña
Se quiere morir
Se quiere morir, con seguridad absoluta ella se quiere morir. Los medicamentos que se tomó aquella noche no le hicieron ningún efecto. Se despertó al día siguiente con un dolor tremendo en todo el cuerpo. Solo eso, nada más que eso. Seguía siendo invisible... Cómo siempre. La familia no la había notado nunca. Pero desde aquella noche, pusieron una fotografía suya en la sala y una vela que encendían cinco minutos cada siete de noviembre.
Shh
Shh
Ni misa ni rezos
Ni misa, ni rezos
Amigos íntimos III
Amigos íntimos III
La pareja perfecta
La pareja perfecta
La odiaba
La odiaba, la odiaba tanto que al verla una furia ciega se apoderaba de él, lo embargaba. La vista se le enceguecía debido a la sangre hirviente que le llenaba la cabeza. En momentos como esos además de no ver nada tampoco oía. Un zumbido de millares de insectos le poblaba los oídos. Apretaba las manos en un puño preparado a golpear, a macerar con saña, a dejar de ella lo más mínimo posible. La odiaba, la odiaba tanto que solo al recordarla la sangre se le helaba en las venas y dejaba de circular. El corazón a punto de explotar decía ahogado; la odio, la odio, la odio tanto. Perdí mi libertad por ella, por su culpa y no me queda más remedio que odiarla. Hasta el fin de los días y si otra vida hubiera también en ella... En ellas. Y me odio también por haber caído en sus garras. Y como la castigo a ella me castigo a mi. Un castigo diario, paulatino, constante. Un infierno. Es que yo la odio, la odio, la odio tanto.
Desolación
Desolación
El tiempo corre
El tiempo corre
Amigos íntimos
Soy Roberto. ¿Roberto? Ni yo mismo sé a ciencia cierta quién soy. Estoy aquí acostado. Una cama más bien dura, aquella en la que yace mi cuerpo adolorido. ¿Será eso? o sencillamente estoy en lo que decidí hace tiempo, sería mi último lugar en el mundo. Tengo los ojos cerrados y temo abrirlos para constatar una de dos cosas. Ambas en realidad me dan miedo, terror para ser sincero. Una... Lo logré y ahora estoy muerto, bien muerto y esperando el tan mentado castigo eterno. temo despertar en el infierno frente al demonio mismo. El cual va a infringir en mi cuerpo, en mi alma el mismo horror, dolor, tortura. Una y otra y otra vez y por los siglos de los siglos, como castigo por mi vida destruida, por mi último acto de amor propio. O dos... fallé y estoy ahora mismo abriendo los ojos a la cruel realidad, esa de la que he querido alejarme. Y ahora mismo estoy regresando al terrible enfrentamiento con la familia. A la lucha con los loqueros. A tener que tomar esa medicación que me hace sentir mal, tanto que quizá es peor que soportar los dolores de mi alma. Esas pastillas que me deja atontado, somnoliento y sin alientos de hacer nada, todo el infernal día. Ah y si como eso no fuera poco, también la horrible noche, la espantosa y larga noche que no me deja reposar en paz, que me hace tener mil pensamientos, que me envenena el alma y me destruye.
Trinidad
Trinidad
Mi tristeza
Mi tristeza Se dibujará sólo un instante en un brillo o en un oscurecimiento de mi mirada. De ahí en más. Si alguna vez acaso, se asoma po...
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Tengo todos los agüeros... todos -Eso es lo que yo en mi infinita ignorancia- creía. Pues no. Hoy estuvo el jardinero en cas...
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A mi tía la llevaron al convento de la madre Anatolia. De ese claustro y de la madre se dijeron muchas cosas. Que la madre no era mad...