Amigos íntimos III
Soy Roberto ¿Roberto? Ahora mismo no sé ni quién o qué soy. Yazgo en una cama dura, fría, en un cuarto blanco, en un espacio rodeado de cortinas. He tenido los ojos cerrados fuertemente pero ahora me he visto impelido a abrirlos, por eso puedo dar detalles de donde me encuentro. Observo con resignación que aún estoy vivo, muy a mi pesar. Me temo que sobreviví a mi intento de quitarme la vida. Esta que me duele, que odio tanto. Desprecio a aquellos que me rodean, pero me odio aún más. Desde que empecé a sentir el mundo que me ahogaba entendí que yo no pertenecía a él. En serio, esperaba encontrarme en el mismo infierno. Ese que pintan con fuego y castigos eternos, pero no. Estoy aquí, en este mismo infierno insoportable. Padeciendo una y otra vez el dolor que me causan las personas. Hasta respirar me duele, me ha dolido siempre.
Salgo abruptamente de mis pensamientos pues escucho voces al otro lado de la cortina. Al parecer ha entrado alguien al cuarto y habla con el que debe ser mi compañero. No sabía que había alguien más, pero es natural que otra u otras personas estén allí.
Salgo de mis cavilaciones y presto atención. Siempre es bueno saber algo aquellos que van a compartir por un tiempo, al menos el mismo espacio, la vida.
Dos hombres, uno muy joven y con voz temblorosa y el otro mayor. No un anciano, pero sí entrado en los cuarenta posiblemente. El segundo quizá el visitante habla con voz pausada, pensativa, dudosa se podría decir.
_Federico, niño por Dios, me han contado que quisiste quitarte la vida. Jamás habría imaginado que sufrías tanto.
_Sí, ¿y eso en que te afecta, Julian? ¿No pensas que ya es tarde para querer mostrarte como mi amigo? Nunca lo hemos sido; es más. Cuando intenté acercarme a vos, no encontré más que indiferencia. Fuiste esa puerta que jamás se abrió. ¿Por qué ahora si querrías abrirla? Creo que la brecha de edades sigue siendo la misma. Así que... En serio. ¿Porqué ahora te preocupo?
_Como decís, pareciera que no me debería afectar tu intento, Pero en realidad sí me habría dolido mucho tu ausencia. En serio, me estaría culpando y estaría lleno de remordimientos. Porque como bien lo decis, jamás te di un espacio en mi vida, no te di un abrazo fraterno o siquiera un consejo. Y eso siendo tu tío no habla bien de mi. Sobre todo sabiendo que pasé por lo mismo.
_¿Pasaste por lo mismo? ¡No lo sabía! Creía que habías sufrido un accidente y que por eso tenías todas esas cicatrices en el rostro y el cuerpo, y que por eso mismo estabas atado a esa silla de ruedas.
_No lo sabías porque no quise que lo supieras. Me daba una vergüenza horrible aceptar que fallé, que a pesar de haber investigado cómo no vivir en el intento, sobreviví. Me arrojé desde un noveno piso. Al parecer desde el quinto ya no había posibilidad de sobrevivir. Pero no, caí sobre una vidriera que me dejó desfigurado "únicamente" pero que aminoró la velocidad que me habría matado instantáneamente, y luego aterricé sobre el pavimento. Eso fue lo que me partió la columna vertebral en tres partes y me dejó vivo, y convertido en un monstruo. _A ti no te fue tan mal. Sobreviviste y pronto estarás en capacidad para intentarlo de nuevo.
_¿Que te hace pensar que quiero hacerlo otra vez?
Han venido a decirme que la vida es bella, buena y algunos otros que uno no se muere la víspera.
_Creo que lo intentaras de nuevo, yo no he podido por las condiciones en las que quedé. No me quitan la vista de encima. Pero tú... Sé que lo harás de nuevo y quiero que me ayudes. Porque los dos sabemos lo que sentimos, a los dos nos duele la vida. Ambos odiamos lo que nos rodea. Y no queremos seguir aquí... Sufriendo.
Los otros son felices con lo que tienen y bien por ellos. Pero nadie sabe lo de nadie.
Se va haciendo un silencio solo entrecortado por la respiración de los dos hombres. Un silencio que lo va llenando todo. De pronto, desde las cortinas se escucha una voz trémula que dice... Soy Tito, los he oído sin querer. Discúlpenme. Yo, igual que ustedes, sobreviví. Pero estoy cansado. Mi decisión está tomada. Quiero intentarlo de nuevo y esta vez lograrlo. Quizá, si nos unimos, podamos hacerlo.
Patricia Lara Pachón
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