Va la madre
El tipejo me miró con descaro y esbozo una media sonrisa que me llenó de espanto. No quise dejarle ver el sentimiento que me embargaba, así que lo miré de frente retadora.
Lo vi acercarse despacio como la vil víbora rastrera que era. Lo esperé con los puños apretados sin quitarle los ojos de encima.
El hombre me media. Media mis fuerzas, la posibilidad de correr estaba anulada por la pared a la que estaba recostada.
Apreté aun más las manos y los dientes. Va la madre me dije. Antes muerta que dominada o envilecida por esa basura andante.
Un destello de luz hizo brillar un pedazo metálico a mis pies. Mientras el hombre saltaba sobre mi, yo me agaché a recogerlo. Con furia se lo metí en las entrañas.
Vi sus ojos repletos de asombro, luego los vi apagarse como un carbón sacado de la hoguera. Con mi mano ensangrentada se los cerré de un tajo. No quería seguirlos observando. Lo que menos deseaba era volver a recordarlos.
Va la madre me dije. El quiso hacerme daño y yo me protegí. Fue en defensa propia.
Patricia Lara Pachón
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