sábado, 2 de noviembre de 2024

El espíritu

 El espíritu 


Empecé a sentir que algo llegaba a observarme. Me despertaba cada vez que lo hacía. No es que fuera delicado precisamente. Podía estar dormida y me despertaba. Llegó incluso el momento es que me dedicaba a observar con detenimiento esa sombra. Era más oscura que la "oscuridad" del cuarto. Y estaba llena de estrellitas. Algo así como esas luces que se observan cuando uno se levanta de prisa. 
No supe exactamente cuando comenzó a suceder. Al principio se tomaba su tiempo para regresar, pero llegó el momento en que lo hacía con más frecuencia.
Decidimos regresar a la ciudad en la que estaba nuestra casa propia. Y ahí la actividad se volvió no solo más constante sino que se podría decir más palpable. Ya no solo veía esa sombra en las noches. Ella movía cosas, escondía objetos, hacia sonar estrepitosamente elementos. Me hacía salir de la casa, muerta de miedo.
Me volví asidua clienta de la tienda de la esquina. No tenía a dónde más ir. Así que se volvió mi sitio de escape.  
Me daba mucha rabia la situación. Alcance a decirle a mi esposo que él me quería enloquecer. Es que era en realidad difícil de creer lo que me pasaba.
Debo aclarar que la sombra me seguía a dónde quiera que fuera.
Alguna noche estábamos en la casa de campo que teníamos en aquella época y al sentir que la sombra llegaba, sin mediar palabra empecé a remecer a mi esposo para que la viera. El abrió los ojos y la vio. Estaba sobre nosotros. El le dio un par de golpes quedando helados el brazo y la pierna que uso para ese efecto. Igual a los minutos se durmió. Ya en esa instancia no pudo volver a decir que yo estaba loca. Habría tenido que admitir que el también lo estaba.
En otra oportunidad allá mismo, hablábamos en el comedor mi cuñada,  una amiga y yo. Nos dimos cuenta que era ya muy tarde y decidimos ir cada una a su cama. Yo entré al cuarto, mi amiga subió al suyo. Mi cuñada entró al baño. Antes de cada una irse, cerramos la puerta de entrada que era de vidrio y corrimos la cortina. Al salir mi cuñada del baño encontró la cortina corrida y la puerta abierta de par en par. Refirió ella al día siguiente que casi le da un infarto pero que no dijo nada esa noche para no darme más angustia aun.
Al día siguiente regresamos a Medellín yo sentía una presión en el pecho. Así que antes de dormir me tomé un par de cardio Aspirinas y me fui a la cama. No sé que hora sería cuando me desperté. Sentí que me observaban. Ya no era la sombra de siempre. Ahora la cabeza de una mujer negra, con un afro abundante y ojos enormes me miraba con malignidad. Cuando ella se percató observada se arrojó sobre mí. Creo que entró por mi pecho. Yo gritaba histérica, mi esposo le preguntaba al ente qué era lo que quería, le decía que nos dejara en paz. Está es la hora que no se si ella y yo  compartimos el mismo espacio. Si ella y yo vivimos en el mismo cuerpo.
Mi vida era cada día más estresante, vivía atemorizada y llena de rabia.
De pronto una amiga me llama. Me cuenta que había ido con su novio donde un médium y que el le había preguntado en medio de la charla quien era Patricia. Mi amiga le responde y él le dice que me aconseje tener cuidado. Que hay una pareja de conocidos que quieren hacerme daño. Que hicieron brujería con tierra de cementerio y muerto. Yo no lo pongo en duda. Consigo el teléfono del medium y le pido ayuda. Me dice que lo llame de vuelta al día siguiente, que él en la noche va a ir a mi casa en cuerpo astral y que se va a enterar mejor de lo que me sucede.
No veo la hora de comunicarme. Le marco y contesta. Me dice, que el espíritu es muy agresivo, que lo atacó y arañó. Me dice que está ubicado atrás de una puerta café. Al preguntarle cuáles son las personas que me odian y quieren hacerme daño, me dice que viven en las casas frente a la mía. Que son madre e hijo, que me quieren hacer daño por envidia y que la casa de ellos tiene puerta verde. Me da también un par de nombres.  Me sorprendo. No lo puedo creer. Para mí son amigos. 
El espíritu cada vez se siente más fuerte. Me genera mucho desasosiego y temor.
Un día tomé cincel y martillo y rompí dónde antaño estaba  el acceso a la casa. ¿Y que creen?  Encuentro en los ladrillos calados que estaban sobre la puerta un pedazo de encaje negro y dentro de él tierra y minúsculos fragmentos blancos que presumo son huesos. Arrojo esos objetos a una quebrada.
Va paulatinamente cesando la interacción con el muerto. Pero aún se siente en mi casa.
Un día me informan que la vecina ha fallecido. Voy a la misa de muerta y a pesar de aun dudar que ella hubiera querido hacernos daño le digo desde el fondo de mi corazón que si es cierto ahora va a tener que cuidarme.
Obvio ya la liberé de esa obligación, pero dejé de sentirla. Deje de tener miedo, de vivir ansiosa y tan enojada.
¿El espíritu? Ojalá dónde quiera que esté haya descansado en paz.

Patricia Lara Pachón 

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