La Reunión

(Ilustración de doña Yolanda de la Colina Flóres)

El día del aquelarre
se motivaron las brujas
y a la casa de Patuja
en escobas que no barren
fueron llegando ligero
con muy vistosos sombreros
y muy delicados trajes
adornados con encajes,
con luces y con destellos

Montserrat llegó volando
en escoba refulgente
despeinando a mucha gente
y su sombrero sujetando.

Le seguía en un modelazo
de escobillón alargado
Yolanda quien, de un frenazo,
se le estacionó en un lado;
este genio creativo,
llegó con un sugestivo
y muy delicado atuendo
sombrero y capa incluidos
y faldellín de complemento.

Con un sombrero muy alado
volando de un lado a otro
con un gato encaramado
esperaba la anfitriona:
Patuja, en traje morado
-por demás muy elegante-
sonreía de buen talante
dándoles la bienvenida
con las pechugas arriba
y un postizo muy sensual
y unas botas sin inigual
que te quitan el aliento.

Así, van tomando asiento,
cuando Teresa de Huezo
casi se parte el pescuezo
en llegada aparatosa,
pero sonríe, glamorosa,
diciendo “no pasó nada”…
Deja la escoba tirada,
y se une ya al bochinche
que iba armando su gato.

Luego, ya pasado un rato,
con una capa de estrellas
y unos guantines a juego
llegó destellando fuegos
la escoba de la Marucha,
y se abalanzan hacia ella
para admirar el atuendo
de esta bruja tan querida.

Por el Este de la casa,
con cara de sorprendida
y un poco más recatada
portando una calabaza
y unos leggins ajustados
Gildurris se ha presentado
posando como una reina
de belleza brujeril.

Sujetándose el sombrero
y en actitud muy sensual
arriba la sin igual
Elvia con su traje oscuro
Y plantándose dijo duro
“aquí estoy, si no me han visto”;
se alborotaron las brujas
y se acrecentó la rumba.

De pronto se oye que zumba
algo allá, en la lejanía:
son Lupita y su minino,
con atuendo muy fino
en armonía por contraste
de rojo, morado y blanco.

Al tiempo, y con un fajín,
también en rojo, negro y blanco,
sonriendo de oreja a oreja
y carcajadas sin fin,
la bruja Sandy se deja
ver por el horizonte
cantando como un sinsonte
mañanitas mexicanas;
trae alacranes y ranas
y uno que otro chapulín
para dar vida al festín.

Exquisita como pocas,
sin querer montar escoba
llegó en una media luna
Doris, una bruja loca,
estirándose las medias
con expresión nada seria
y enseñando sus pezuñas
que se había decorado
en tonos rojos y dorados.

Con trajecito ajustado
destacándole “la cuerpa”
Claudia, con botas de felpa,
al convite se ha llegado,
con cinturón muy ceñido
y capa de tul pulido
con destellos hechizados.

Kattita, bruja coqueta
llega luego, un poco inquieta,
porque casi la ha multado
un brujito policía
que asegura y le porfía
que iba a gran velocidad;
“eso es por pura maldad”
riposta una y otra vez
“para hacerme llegar tarde
y que me pierda el aquelarre”
con carita de inocente
va echando el cuento a la gente
mientras entre ranas fritas
y souflés de escarabajos
se ríen sin desparpajo
porque saben que tal vez
la multa estaba a derecho
y se burlan del maltrecho
policía que ha quedado
mirando pa´ todos lados
cuando ella le guiñó el ojo.

Con su sexy transparencia,
lazo amplio y gran sonrisa
hace acto de presencia
Laura, que llega con prisa
con un caldo de gorgojos,
servido en una auyamota.
Al mirarla, se alborotan,
las brujas y los brujitos:
se oyen risas, cantos gritos,
¡esta fiesta sí está buena!

De pronto, campanillas suenan,
¡Canto de abril ha llegado!
y a todos ella ha obsequiado
con cascabeles y flores
que inundan de aroma y colores
el recinto de invitados.
A los brujos no he nombrado,
porque están en convención,
reunidos en un salón
cantando a grito pelado
y a las brujas celebrando.

De última, voy llegando,
con toda mi sabrosura,
envuelta en muselina oscura,
soy Osiris, musa andante,
que esta noche, de buen talante
mis versos vine a obsequiar
a las brujas del lugar
¡que siga la fiesta… y aguante!

B. Osiris B.