La sombra negra aquella, enorme y con una forma extraña pues era rectangular se me fue aproximando. Sentí miedo; físico terror. Ella no paraba su marcha y yo solo lograba observarla. Llegó tan cerca que sentí que éramos una; ella y yo una. Luego tomé conciencia y me dije. Debo abrir los ojos y enfrentarla, al parecer enfrentarme pues siendo una las dos, yo también me producía terror.
Abrí los ojos y
vi... vi mi cuarto levemente iluminado por una luna que esta mañana me di
cuenta era tan solo una leve sonrisa. Le dije entonces a la sombra
aquella, que se marchara. Y me quedé
allí sola. Recuperando lentamente los latidos de mi corazón, mi
respiración y mi cuerpo en mi cuarto; en mí entorno.
Y aquí estoy hoy. Pensando en
ella y en el motivo por el cual me produjo tanto terror una sencilla sombra.
Patricia Lara P.
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