El otro día, caminando por la calle; observé a una señora o señorita (yo qué sé), que llevaba unos zapatos a mi modo de ver espantosos. No sé si por eso mismo, caminaba como si la estuvieran matando. Era tan graciosa la forma en que se desplazaba que no pude dejar de comentar: “Amo esos zapatos, quiero unos igualitos". Mi familia; mi hermano, mi cuñada e incluso mis hijos dijeron que si caminaba como la señora aquella, me los compraban. Sin dudarlo un instante imite el andar de la dama. Ellos reían a carcajadas, yo igual.
Aun no compran mis zapatos por
cierto.
Patricia Lara P.
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