miércoles, 19 de noviembre de 2014

El engaño





Llegó rendida de cansancio pero feliz.  Los había deslumbrado a todos con su hermosura.  Uno admiraba su cabello tan rubio y abundante, otros el color de sus ojos, unos más su cuerpo tan esbelto y bello; tanto así, que parecía esculpido por  el mismo Miguel Ángel.
Ya en casa aun sonriente  se disponía  a darse una ducha bien caliente; se empezó a desnudar, dejando sobre la cama, el brasier de realce, los hermosos pantis con relleno en la nalga;  luego se fue quitando una a una las extensiones de cabello hasta dejar en su cabeza; unos cuantos mechones tristes, grises y maltratados por el uso y el abuso de la plancha y el secador.  Los lentes de contacto fueron retirados con cuidado y puestos en su caja protectora, al igual que las largas pestañas.  Los zapatos altos la dejaron 10 centímetros abajo de lo esperado y al retirar la faja pudo respirar más tranquila dejando al descubierto una panza colgante y blandengue.
Se miró al espejo; reparó en sus fallas y sonrió pensado en las citas que tenía para la próxima semana.  Dos, tres, o unas cuantas más.
¿Cuánto tiempo les tomaría a aquellos hermosos señores enterarse del engaño?  No le importaba, igual disfrutaría el tiempo que fuera y cuando la dejaran, volvería a iniciar de nuevo.

Patricia Lara P.

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