martes, 8 de septiembre de 2009

No quiero ser yo.

La madre que vea partir a uno de mis hijos,
que lo vea volar libre al cielo, libre incluso de mi.
No quiero ser yo la que se quede llorando
una ausencia irremediable, inconfesable.
No quiero decir, vete tranquilo o tranquila
no hay problema, descansa,
porque aquí, en mi egoísta corazón, si hay problema.
No quiero quedarme llorando llantos,
pensando que pude ser mejor y no lo fui
soñando que habría podido dar mas felicidad,
mas besos y mas abrazos y no los di.
No quiero ser yo la que se quede aquí
extrañando su presencia, sintiéndolos aun en mi,
recordando sus ojos, sus sonrisas, sus juegos,
sus carcajadas e incluso sus primeras lágrimas de amor.
No quiero recordar las malas notas y pensar
que no valió la pena pelear por ellas.
No quiero ser yo, la que en la distancia sienta
que pude ser mejor y no lo fui, aun sabiendo que di todo,
y espere siempre muy poco. En realidad espere mucho,
pues esperé verlos crecer y ser felices,
esperé verlos amar y ser amados.
Esperé y seguiré esperando siempre lo mejor
para ellos, ya que egoístamente lo mejor para ellos
también es lo mejor para mi,
y para mi egoísta corazón de madre.


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