
Caracolas voladoras, sutiles y seductoras
fugaces y tan volátiles que no las puedo agarrar
por mi cabeza transitan y mi cerebro visitan
haciéndome recordar, esos "recuerdos" constantes,
lejanos, también cercanos, felices e inolvidables.
Tristes también e imborrables de la infancia
y juventud, igual de la madurez que pronto, pronto
se irá y me acercará gustosa pero también temerosa
a una vejez quizá plácida pero bien acompañada
de una familia cercana que cuidará de esta anciana
con gran cariño y bondad, recordando en sus cabezas
que un día la que cuidaba y muy bien acompañaba, y amorosa aconsejaba. Era ella... La mamá.
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