martes, 4 de agosto de 2009

Allí en su interior

El sol lucía radiante y ella lucía más radiante aun, a pesar de que en su interior todo era oscuridad. Nubes negras enfurecidas chocaban entre si y chispas grandes se generaban al instante lanzando destellos. Rayos fugaces, brillantes y salvajes, se veían por doquier. Tanta furia bullía en ella, tanta rabía, tanto dolor, tanta pena.


Pero... a pesar de eso, nadie habría podido saberlo, imaginarlo, intuirlo siquiera. Su rostro sonriente, su faz tranquila y adorable como siempre, como todos los días llenaba de paz su casa, el sitio en el que se encontraba, y esto lo lograba sólo con su presencia.


La familia y amigos jamás lograron sospechar, sentir, imaginar, pensar, la destrucción que dentro de sí había.


Nadie debía temer nada estando a su lado... ella era la luz, la paz y la tranquilidad. Por eso mismo; jamás mostraba el otro lado, su lado oscuro, tan oscuro como el otro lado de la luna, pero el suyo propio y doloroso. Su lado sufriente, emotivo, silente y explosivo.


Quién podía pensar que ella era como un volcán a punto de hacer erupción, un volcán que podía destruir todo a su paso. Quemando, aplastando, lacerando, rompiendo, horadando.


Quién podía intuir que era como una borrasca en ciernes que podía llevarse a su paso todo lo amado por otros y por ella misma incluso.


Quién podía imaginar siquiera que tenía un tornado en su interior que arrasaría llevándose por los aires cuanto a su paso se pusiera y más. Mucho más.


Ella solo enseñaba su cara límpida y sonriente, su faz apasible y serena, su mirada transparente y tranquila.


¿Quién podía imaginar el infierno que tras aquella sonrisa ocultaba?

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