domingo, 29 de junio de 2014

Sapos y mariposas





Cuando le contaron el cuento ese de que había que besar sapos para "rescatar" príncipes azules encantados, ella; la niña se dio a la tarea de encontrarlos.  Pero, hoy por hoy es difícil por no decir casi imposible encontrar un sapo.  Creo que se encuentran más fácil los príncipes azules. 
Bueno, lo cierto del caso es que la triste tonta dejo  ir un par por andar mirando para el suelo entre los barrizales a ver si por fin se le daba el milagrito.
Y claro, por fin encontró uno que daba realmente lástima mirar.  Arrugado y lleno de verrugas, sucio de lodo y herido pues los niños que lo habían visto primero, lo usaron como blanco de tiro.  Piedras le llovieron al pobre bicho hasta que por fin el grito de la niña los hizo huir dejándolo abandonado a su suerte entre el lodo y su propia sangre roja.
Ella, lloro lágrimas salobres imaginando lo que habría podido pasar si no lo encuentra a tiempo.  Ya lo había salvado una vez de un cruel destino; ahora lo salvaría del otro, de ser sapo rastrero pues le daría un beso de amor que lo convertiría en príncipe de nuevo.
Hay cosas que se ignoran.  Muchas por cierto.  Una de las que nuestra heroína ignoraba era que las ranas se parecen a los sapos pero que a pesar de parecerse no son la misma cosa.  Ella salvó entonces una rana y al besarla ella oruga se volvió. 
Un príncipe de los que la niña había desechado por andar buscando un sapo sucio, encontró la oruga y la cuidó.  Hasta que un día de ella salió la bella mariposa que por siempre lo acompañó.
(Acabo de caer en cuenta que es al contrario, los sapos son los feos y las ranas las lindas pero ni modo.  El cuento está listo y así se queda) jajajajajajaja.
Patricia Lara P.

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