El otro día iba caminando con mi hija; ella y yo acostumbramos salir a caminar e ir de compras; son esos momentos madre e hija que ambas recordaremos en el futuro como buenos momentos. Aquí cerca hay un sitio muy verde, con grandes árboles y pasto alto, además de agua que corre. De pronto escuché a un hombre que gritaba "Patricia" Yo voltee a ver y vi, (lindo por cierto ver cuando uno mira) que una vaca con ese andar pausado que las reses se traen, se acercaba al hombre. Me sentí feliz pues se notaba que él la quiere mucho, a lo mejor le puso el hombre de una hija o una novia que recuerda con particular afecto, a lo mejor su primer amor, aquella que lo hizo escribir poemas o sencillamente “robarlos” apropiándose de ellos para engalanarla como solo ella se lo merecía.
Mi
niña muerta de risa me dijo; mira se llama como tú. Y yo le respondí; es una alegría tener una
tocaya tan bella. Yo no creo que la
gente le ponga a su mascota o a un animalito con el cual vive el nombre de un
enemigo o de alguien que no sea de su gusto.
Creo que uno usa nombres bellos para los seres que quiere (perdón por la
redundancia). Así que yo estoy feliz de
ser tocaya de “Patricia” una vaca bacana.
Hoy
por hoy, mi hija me dice cuando quiere salir a pasear. “¿Vamos a visitar a tu tocaya?” Mientras sonríe
picaronamente.
Patricia
Lara P.
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