jueves, 5 de abril de 2012

De sueños y bufandas


Isadora adoraba ver flotar en el viento su bufanda nívea, lo que nunca previó o imaginó fue que perdiera su blancura al enredarse en la llanta del carruaje aquel que la llevaba a los brazos de su nuevo amante.  Demás está decir que Isadora jamás llegó a su cita…

Otra como ella que tenía frío se abrigó cuidadosamente...Un buen saco, medias y guantes.  Además y  para completar su atavío envolvió una  delicada  bufanda roja a  su cuello.  Tomó entonces  algo caliente y se durmió.  Cuando horas después  despertó; vio que en su cama -Ella-  una bella mujer yacía con su bufanda roja  fuertemente apretada al cuello.Ella, tampoco logró encontrar calor jamás.

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