Vivió y creció perfectamente aterrado en el sótano de esa casa. Los monstruos cambiaban. A veces un hombre con mirada siniestra. A veces una mujer aterradora. Todos con las ropas y las manos manchadas de sangre. No supo nunca como sobrevivió pero lo hizo. Fue a pesar de su corta edad cercenando las vidas de aquellos monstruos.
Hoy deambula de aquí para allá sin reconocerse siquiera. Hoy no sabe si el monstruo es él.
Patricia Lara Pachón
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