Lloré a mares cuando leí la taberna de Emile Zola. La parte en la que el borracho maltratador mata a la madre mientras los hijos tiemblan y luego a la niña, su hija que la "reemplaza" en las labores de la casa y cuidado de los niños. Lloré cuando se murió de amor María de Jorge Isaac. Lloré y aún mi alma llora cuando se murió Gustavo Adolfo Bécquer Lara, mi gato. Otras veces he lagrimeado un poco... Solo una lágrima o dos.
Patricia Lara P
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